EL VECINO PROHIBIDO
- MIRIAM MARTÍN AGUILERA
- 22 nov 2015
- 2 Min. de lectura
AUTOR: Xavier Bertran
ILUSTRADOR: Ana G. Lartitegui
EDITORIAL: Edebé
COLECCIÓN: Periscopio
AÑO: 1994 (1ª edición)
EDICIÓN: 4ª
AÑOS A LOS QUE VA DIRIGIDO: A partir de 9 años
CONCLUSION:
El libro se sitúa en Montornés (Barcelona). Iría es una niña que vive en la casona del pueblo, y siempre espera al verano para que se llenen los chalets de alrededor y poder jugar con los niños que llegan para las vacaciones.
Lleva dos años juntándose con los niños Fontanyá, pero los Peguera han comprado la casa y cada vez que Iría va a su jardín, Berta, la mujer Peguera, la echa de él.
Un día, Iría se cuela en el sótano y descubre a un monstruo que no tiene nariz, las rodillas las tiene curvadas hacia fuera y parece que no es una persona, se asusta y sale de la casa corriendo y gritando, seguida por su perro Capitán.
Iría quiere volver porque sabe que actuó mal y al final se hace amiga de Pasqual, el monstruo que tiene su misma edad.
Iría le propone traer a su amigo Tófol para ver la reacción y poder saber si se caerían bien. Al final los tres se hacen amigos.
Otro día, decidieron llevar a cinco amigos para que conocieran a Pasqual, de los cuales solo dos se quedaron porque comprendieron que una persona diferente también tiene derecho a jugar y a que le traten igual. Los otros tres chicos se fueron porque no podían mirar a Pasqual sin hacer muecas.
Los cinco que se quedaron (Pasqual, Iría, Tófol, Rosa-Alba y Nemesi) realizaron un plan en conjunto para que Pasqual saliese a la calle y se diera a conocer, sabiendo que habría gente que le aceptaría y otra que no. Cabe decir que los padres de Pasqual no querían que su hijo saliese a la calle para que no le volvieran a hacer daño como le pasó en el pueblo donde antes vivía.
Es un libro que invita a reflexionar porque se suele juzgar a las personas por su apariencia sin llegar a conocerlas.
El final del libro te deja con la intriga de lo que pasará y de las reacciones que tendrán los vecinos al ver a Pasqual entrar en el bar.
Se podrían dar dos soluciones posibles: la primera que nadie aguantara mirarle y la segunda, que aunque no todos lo aceptasen, algunos sí lo harían y Pasqual pudiera vivir en Montornés una vida normal como la de cualquier otro sin volver a vivir escondido.
Es la duda que nos deja el libro y esto hace reflexionar sobre si habrá otras personas en la misma situación que Pasqual que no salgan a la calle por lo que podrían hacerles las personas, por el simple hecho de ser diferentes.
